Preparate para entrar en lo salvaje

Casco, cinturón de seguridad, paracaidas, rodilleras, coderas... usa lo que creas seguro

miércoles, 4 de enero de 2012

Guachita! Guachina, china…


Eh! ¡Vos! ¿Siempre vas a estar ahí? ¿Siempre preguntando? ¿Siempre escarbando en mis cuevas?
¡Que densa! Que pesada. No se que queres, no se por qué lo haces y  no se que buscas. Pero algo tengo claro. Me perturbas. Me inquietas y desequilibras. Pones mis emociones a la orden y mandas mi razón a la almohada. Y a vos, mi niña siempre amada, justamente a vos, rarita, rancia, razonada, sazonada, a vos te necesito. Porque, más allá de la desconfianza, del miedo, de la inseguridad, hay cuestiones que deben quedar claras por simple lógica. Por simple razón. Algo así como por sentido común. Aunque el sentido no es compartido ni es tan común.
No nombrarte te hace fuerte. Y como quiero no aniquilarte, pero si dominarte te denomino: infelicidad. Se de donde venís, pero no que tan fuerte podes llegar a ser.  Sos así infeliz. Por eso te llamo infelicidad. Porque no haces más que diseminar odio, rencor, histeria, celos, envidia, matanza y autodestrucción. Me alejas de todo y de todos. Construís a mi alrededor murallas suicidas.





¿Por qué tanto poder? ¿Quién te da de comer? ¿Quién es el dueño de esta miserable mascota?
Yo, y ellos. Ellos y yo. La Soc., sociedad anónima animada, animal y social y la Inc. interioridad reservada. ¿Ellos? Dicen olviden. Dicen que las cosas pasan, que la vida se va, que hay que aprovechar. Manejan humanidades como fichas, peones de un tablero de ajedrez, caramelos descartables. Niegan huellas, descartan e ignoran el sentimiento. Y te animan: ¡Vamos! ¡Suelten! Como a los globos de gas. Animan a pescar. Hay… Ay… hay otros… otras… cientos…
¿Yo? Libre, atada. Social e individualizada. Estoy conjugada. Cuando pienso emancipada, franca y espontánea: elijo, seguir, adelante, a lo siguiente, pero con cariño. Acompañar en la distancia. Aceptar, amar, aceptar, compartir, ayudar, caminar. No correr, no desesperar. La confianza salvará.
No tarda. Y llega. ¡Bestia! La resistencia. La cochina bolchevique de la siempre izquierda. ¿Si? ¡Ingenua! ¿Seguir, cariño, aceptación, amor? JJAJAJAJAJAJAJAJAAJ, se  ríe en mi cara. ¿De que planeta venís? ¿En que orbita estas volando? Nada, Nadie, nunca, ninguno con eso! Perdedora, sola, burlada, vencida y acobardada! Atrás, vencida, DERROTADA! Deja y muestra. Vende pantalla, construye imágenes. Expone una hermosa galería. Si, que vuelva, enredar y enroscar. GANAR! Perder o ganar.
Pero ¡NO! Mi yo verdadero es más fuerte. Te venzo, te estrujo, te domino, y no te elijo. Vas a estar, siempre ahí, acechando por si caigo, cuando baje mis defensas y mis brazos. No voy a dejar que me venzas ni mates a otros. Sobre mí. Como dicen: sobre mi cadáver.
 Y te elijo a Vos. En este quilombo. A vos. Tata protector. Pasión y clemencia. Todo roma, todo aroma, todo amora, todo amor. Como con las ventanas tapadas, los vidrios polaridazos, en medio de la ventisca, Te elijo, Te busco y Te quiero. Confío en Vos, y espero. Me decís: calma, serena. Y lloro, por tu tono, por tu ternura, por tu paciencia. Y lloro porque me desespero. Y lloro porque me tiento. Lloro porque me canso, Lloro porque no entiendo.  Porque me clava. Porque tengo ansias de protección, porque entendí que no soy tan kamikaze. Porque creo que me quiero. Porque creo que quiero quererme. Porque quiero cuidarme. Porque quiero que me quieras y me ames.

martes, 3 de enero de 2012

Las palabras, mi fianza.


Desde muy chica me enseñaron que había cosas buenas y malas. Entre esas cosas “malas” estaban las “MALAS PALABRAS”.
Las malas palabras eran peligrosas, sucias, no podían estar en boca de una niña, no podían ser de una señorita. Merecían un castigo, un lavado con agua y con jabón.
Yo me cuidaba, las sentía pero no las pronunciaba, no las decía.
Buscaba otras. Buscaba otras palabras más dulces, más lindas, otras, que me permitieran decir lo que sentía.
Con el tiempo, mi búsqueda fue cada vez más desorientada. Buscaba las palabras más lindas, más buenas, más hermosas para expresarme. Las encontré. Encontré las letras más bellas, con las mejores rimas, con los más hermosos sonidos.
Pero, me perdí. Comencé a divagar en esa belleza y a perder mi esencia interior. Era toda una señorita, era toda educación. Pero no era yo. Mi búsqueda por las bellas expresiones hizo que olvidara y dejara a un lado lo que sentía.

Un día algo hizo que me animara. Tuve fuerzas y crucé un límite. Dije, PELOTUDO. Grité MIERDA. Contesté NO ME GUSTA. Todos se sorprendieron, no lo podían creen. Algunos se extrañaron, otros se molestaron y unos pocos se alegraron.
Desde ese momento, desde ese día, empecé a buscarme. Desde aquel instante no dejo de explorarme.
Las palabras son mi arma. Las letras son mi refugio. Las expresiones son mi herramienta, la fuente de vida y el arma de mi corazón. Ya no son buenas, no son malas, nos son bellas, no son feas. Son pinzas que rompen cadenas, son barcas para mis emociones, son la flota en la que encuentran un lugar mis sentimientos. Son la fianza de mi alma presa.